Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid cifra en 40.000 el número aproximado de personas que en la capital padecen estrés postraumático como consecuencia de los ataques islamistas del 11 de marzo de 2004.

El estudio señala, además, que el número de personas que han sufrido depresión mayor ha aumentado en 187.500 desde esa fecha y alrededor de 169.000 madrileños han sufrido al menos una crisis de angustia. El estrés postraumático, principal trastorno asociado a los atentados terroristas en general, se caracteriza por un estado emocional en el que predominan la ansiedad, los sentimientos de culpa, la ira, la rabia, la hostilidad, a veces la vergüenza, y con mucha frecuencia la tristeza e incluso la depresión. Dicho estado emocional produce un gran malestar psicológico, alta activación fisiológica y problemas de readaptación a las distintas facetas de la vida cotidiana.

También se observó que desde el 11 de marzo del 2004 se ha incrementado el consumo de tranquilizantes un 3'3%, el de antidepresivos un 1'2% y el de analgésicos un 1'9%. Otros productos, cuyo consumo está relacionado con estados de nerviosismo y ansiedad, como el tabaco y el alcohol, también aumentaron de consumo: un 10'7% para el tabaco y un l'9% para las bebidas alcohólicas.

Seis profesores de la Universidad Complutense y dos asesores estadounidenses han realizado este trabajo, tomando como referencia otro similar realizado en Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Estuvo dividido en cuatro apartados: el impacto en la población general, en los miembros de los servicios de emergencias, en personas de las zonas directamente afectadas (estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia) y en 117 víctimas y familiares. Estos dos últimos grupos han sufrido en mayor medida las consecuencias psicológicas. Las patologías suelen irse atenuando con el paso del tiempo, según explica Cano-Vindel. El estudio continuará y se volverán a presentar los resultados cuando hayan transcurrido seis meses y doce meses desde los atentados.