El mundo de la formación tradicional sigue vivo. No se han cumplido las expectativas alarmistas y la formación presencial, y todos sus profesionales, siguen participando activamente en el desarrollo de las empresas. Sin embargo, las previsiones generales siguen apuntando a un necesario replanteamiento de los métodos tradicionales de formación.

Aquellos que, de una u otra forma, seguían viviendo y apostando por la formación tradicional, vieron peligrar su sustento: demanda progresivamente menor, mayores y nuevas exigencias e, incluso, la desaparición paulatina de esta asentada manera de formar a las personas y, en consecuencia, de todas las empresas que vivían de ella.

Ha pasado cierto tiempo desde entonces y el mundo de la formación tradicional sigue vivo. No se han cumplido estas expectativas alarmistas y la formación presencial, y todos sus profesionales, siguen participando activamente en el desarrollo de las empresas. Sin embargo, las previsiones generales siguen apuntando a un necesario replanteamiento de los métodos tradicionales de formación.

Claro está que podemos seguir haciendo oídos sordos a la extensión, cada vez más evidente, de la formación a través de nuevas tecnologías y seguir cultivando las maravillas de una formación basada en el contacto personal; seguir siendo unos Robinson Crusoe, felices en nuestra isla pequeña y segura, pero ¿es esto una opción inteligente?

A nadie se le escapa la necesidad de "mirar hacia fuera", lejos ya del propio ombligo, y tomar nota de todos los avances que continuamente se están sucediendo en el mundo empresarial si lo que se desea es seguir teniendo cuota de mercado. Y es en esto donde las voces alarmistas iniciales tenían razón: Se hace necesario un cambio, un avance, al fin y al cabo, en los métodos de formación presencial.

De nada sirve sentarse a admirar la experiencia acumulada o confiarnos, animados por las expectativas no cumplidas de la formación online. Nos quedaremos fuera del progreso. Y esto, tarde o temprano, se acaba pagando en un tiempo donde el avance es imparable y necesario.

La formación tradicional no desaparecerá, es más, no debe hacerlo. Su utilidad es la misma y su grandeza también. Pero no podemos darnos el lujo de hacerla caduca. No, si no deseamos que al final acaben cumpliéndose las expectativas agoreras de los expertos y terminemos convirtiéndonos en unos Quijotes de la formación.

Realizar un esfuerzo por aprovecharnos de todos los cambios que se derivan de la aparición de la formación online, no supone rendirse a las excelencias de esta última y proclamar un "mea culpa" a la inutilidad. Supone adquirir un nuevo enfoque donde la practicidad sustituye a la teoría, donde el desarrollo de habilidades se inicia a través de las nuevas tecnologías y se acaba dominando en un aula, donde los tiempos se acortan y las personas traen mayores exigencias ante el formador ... Aprender, al fin y al cabo, a convivir en un mundo empresarial donde, a pesar de todos los pronósticos y todos los obstáculos, aun existe un sitio para todos.

Gema Adánez Mateos
Pedagoga Espec. en formación-e

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